En la presentación del libro Miguel Delibes dijo: "Con este libro que hoy os ofrezco, no he tratado de escribir nada especial para vosotros, sino que he escogido, de entre lo escrito para adultos, aquello que más pudiera interesaros: aventuras de niños, historias de animales o impresiones curiosas de mis viajes por el mundo".

Hace muchos años vivió un valiente caballero. Le llamaban Cid Campeador y estaba a las órdenes del rey de Castilla. El Cid tuvo que abandonar su hogar cuando le acusaron de algo que no había hecho. Pero continuó siendo fiel a su rey y siguió ganando batallas. Su único sueño era regresar a su tierra, para volver a estar con su familia y recuperar su honor.

¿Conoces a Quique y a su abuelo Lucas? Son los locopilotos. A bordo de su alfombra mágica, no hay aventura que se les resista: en el lejano Oriente, en la Edad Media, en la época de los dinosaurios, en la antigua Roma, en el espacio interestelar... En esta nueva aventura, los locopilotos viajan a la antigua Galia a bordo de su alfombra mágica. ¡Quieren saber si «están locos estos romanos», como dicen los cómics! Para ayudar a una anciana druidesa gala, Quique y el abuelo Lucas no dudan en enfrentarse al mismísimo Julio César. Y es que el emperador de Roma pretende arrebatar sus secretos a los druidas y, de paso, convertir la alfombra voladora en un arma secreta para sus legiones.

Mozart medía sólo un metro y medio, pero la mayoría de los músicos no le llegaba ni a la suela de los zapatos: desde que tenía cinco años componía música, lo mismo del derecho que del revés. Claro, que lo tenía fácil, porque había nacido con toda una orquesta dentro de la cabeza. Así que no podía pensar en otra cosa que no fuera la música. Hasta se cambió su nombre por otro más melodioso: Amadeus.

El bueno de Isaac a veces tenía muy malas pulgas. Así que una tarde, cuando disfrutaba de la siesta tumbado a la bartola y le cayó una manzana en toda la cabeza, muchos se temieron que saliera corriendo por un hacha para talar el árbol. Pero como también era el hombre más listo de la Tierra sacó algo mucho mejor del chichón: el secreto que daba cuerda a todos los astros del firmamento.