Con una tripulación dispuesta a amotinarse a cada paso, y a bordo de un destartalado velero, el corsario Macario naufraga en una misteriosa isla. Una vez en ella, todos habrán de agudizar su ingenio para sobrevivir entre los animales prehistóricos que la habitan. Ahora son sólo un manjar ante el que se relamen los dinosaurios.
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Auggie Wren, un trabajador de un estanco, sale todos los días a fotografiar lo mismo. Al cabo de los años, un amigo suyo le pide ayuda para escribir un cuento de navidad. Auggie le da una buena idea, la historia de cómo consiguió su cámara.
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Había una vez un elefante tan bueno que era como un ángel protector para todos los animales de la comarca. Pero un día aparecen unos cazadores que pretenden cortarle sus preciosos colmillos de marfil. ¿Lo conseguirán?
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El Sol debe dejar a sus padres para buscar a alguien que lo necesite y emprende la búsqueda hasta que encuentra a la Tierra.
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¿Qué se puede hacer con un lobo que solo come espaguetis, con un ciempiés que no puede desayunar porque le falta una pata a su mesa? ¿Y con la perrita enferma por falta de compañía, o con el pajarillo que se ha quedado solo porque no sabe volar...? El Gran Doctor receta buenos remedios, pero el mejor de todos es el que él recibe de sus pacientes.
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A la consulta de El gran doctor llegan muchos animales con curiosas dolencias. El topo que ve muy poco, pero lo sufiente como para saber que la Tierra está en peligro. El lobo al que le gustan los espaguetis y por ello es rechazado por sus congéneres. El ciempiés que no puede desayunar porque le falta una pata a la mesa. La perrita enferma por falta de compañía; o el pajarillo aterido de frío que se ha quedado solo porque no sabe volar. Y aunque El gran doctor receta buenos remedios, el mejor es... el que él recibe de sus pacientes.
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Érase una vez un rey... ¡y qué rey! Elevado al trono de Francia cuando todavía era un niño, Luis XIV fue "guiado" durante muchos años por su poderoso primer ministro, el italiano Mazzarino. A la muerte de éste, todos esperaban que el todavía joven soberano (23 años) dejase las riendas del gobierno a otro personaje parecido. Luis desengañó a todos y empuñó con decisión su cetro, gobernado siempre como él mismo decidía. Fue el "rey Sol", el centro de un universo que dependía en todo de su voluntad. El campeón del absolutismo, para lo bueno y para lo malo.
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A causa de un tornado que se lleva su casa por los aires, la pequeña Dorotea viaja al mágico reino de Oz, donde las brujas disputan con las hadas y lo más extraño parece posible. Sin embargo, la niña añora a su familia, así que no duda en afrontar multitud de peligros con el fin de regresar junto a ella. En sus emocionantes aventuras, Dorotea contará con la ayuda de tres personajes inolvidables: un espantapájaros en busca de cerebro, un leñador de hojalata que precisa un corazón para poder amar y un león cobarde que desea ser valeroso.
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Todos los habitantes del reino del rey Solito se marcharon porque era un reino muy pobre. Para no aburrirse, vivía como si su castillo todavía estuviera habitado, aunque ya no tenía sirvientes. Incluso decretó un día de guerra, en la que él también hacía de enemigo. Además, se inventó una esposa con la que poder mirar las estrellas. Hasta que un día llegó una pastora, Florinda, y le comunicó su deseo y el de otros pastores de regresar al reino, porque los prados y los bosques del reino vecino estaban muy sucios. El rey Solito se alegró mucho. Finalmente, el rey y la pastora se hicieron muy amigos. Decidieron casarse porque vieron que se querían. Con Florinda, el rey Solito tuvo a su lado a la reina que había imaginado.
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Cuando al pobre Ernesto le dieron en junio cuatro ''cates''... ¡cuatro!, pensó que el cielo se desplomaba, que se hundía el suelo y la tierra le tragaba. Con ese menuda perspectiva..., menudo verano le aguardaba. Pero no fue así, qué va, no señor. Y entre Marijuli (sabihonda pero muy simpática) y Margarita y los autobuses blandos y... sobre todo Rufina del Bosque, menudo verano se pasó el bueno de Ernesto...
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